Geografías del cine. Ejercicios críticos

HÉCTOR OSVALDO CORREA 

Agosto de 2009 

PRELUDIO 

«El cine es la música de la luz” 

Abel Gance 

«Esta música de la luz siempre ha sido y será la esencia del cine” 
Walter Ruttmann 

 
Acerca de la significación y trascendencia del fenómeno cinematográfico en el siglo XX, y hasta nuestros días, se ha escrito mucho, se sigue escribiendo, y se seguirá escribiendo por mucho tiempo más. No muchos han tomado conciencia de esto.  

Un análisis exhaustivo del hecho cinematográfico nos llevaría a sustentar la sostenida y total implicancia social que éste tiene en nuestra civilización. Más, hoy en día desconocer el cine como elemento de expansión cultural es negar una realidad, que por su vitalidad y energía, así como por su poder comunicacional, está incorporada a lo más profundo del hombre contemporáneo. 

En este sentido otros estudios y estudiosos han ido más allá, y lo han tratado como lengua, con características propias y leyes peculiares; es decir no sólo como medio expresivo, dentro del arte contemporáneo, sino como la representación  de la escritura de una lengua natural y total, vital, con profundas raíces en el hombre, en su entorno, sus sentimientos y en su razón. 

Comprender y examinar esta lengua viva; detenerse a vislumbrar sus alcances, su expresividad; desentrañar su especificidad, su real y peculiar naturaleza; incorporarla en toda su dimensión hasta transformarla en una herramienta integradora dentro de la comunidad, es quizá uno de los mayores desafíos en la hora actual. 

No podemos dejar de lado la irrupción explosiva de la imagen electrónica desafiando y pretendiendo desplazar la imagen fílmica dentro de nuestra cultura. Así y todo no podemos negar un hecho: ha modificado el modo tradicional de ver el cine, y lo que antes fue masivo en las salas cinematográficas  hoy ha penetrado en los hogares, transformando modos y hábitos en el seno de la familia. 

Por último, esta significación hace que debamos considerar atentamente estas palabras de Marshall MacLuhan: “La angustia crítica en que viven hoy todos los hombres es, en gran parte, el resultado de esa zona interfacial que existe entre una cultura mecánica, fragmentada y especialista en decadencia, y una nueva cultura integral que es completa, orgánica y macroscópica. Esta nueva cultura no depende en absoluto de las palabras.” 

“El  verdadero hombre de cine es aquel  para quien un dato cualquiera, aunque sea completamente abstracto o puramente moral o sentimental, se traduce de inmediato y se expresa soberanamente por hechos fílmicos, por las  sombras, luces y  formas que  se mueven en la  pantalla.” Etienne Soubiau 

El carácter integrador del cine, su capacidad de generar estímulos creativos y éticos, frente al desafío que impone el tratar de explicar y esclarecer la obra cinematográfica como producto artístico y prodigio cultural, sin duda de extraordinario desarrollo en el siglo XX, son los grandes objetivos que hoy plantea toda actitud humanista al momento de analizar el fenómeno.

El film como elaboración colectiva es una faceta ampliamente reconocida a la hora de interpretar el hecho estético. Las distintas voluntades que pone en marcha, director, guionista, montajista, escenógrafo, fotógrafo, productor, actores, músicos, etc., demuestra este rasgo integrador, y ensambla las fantasías y las potencialidades imaginativas con el sólo fin de lograr una obra artística, atractiva y enriquecedora, tanto para el grupo como para el espectador, destinatario al fin y razón de ser del fruto fílmico.

Por otra parte, el proceso creador plasma imágenes en movimiento que no se agotan en sí mismas, sino que, consciente o inconscientemente, portan ideas, sentimientos, una carga semántica transformadora de honda racionalidad y compromiso vital.

Este fuerte y vigoroso proceso dinámico pone en juego actitudes y conductas propias del trabajo en equipo, donde la solidaridad, el respeto por el otro, los distintos puntos de vista, y la sana pero ferviente discusión alrededor de una idea, alimentan el aporte individual y grupal.

Por último, el cine ha sido y es considerado, por los grandes teóricos, “el arte total”, hacia el cual confluyen todas las otras artes. Este carácter globalizador es el que, quizá, lo defina en su peculiaridad cultural e industrial, y por qué no, educativo, ya que le otorga un rasgo trascendente dirigido al hombre en su individualidad y como ser social, en la medida en que es capaz de plasmar en imágenes una cosmovisión y una manera de inserción en el mundo.

EL CINE COMO GOCE ESTÉTICO -que también ayude a reflexionar-

Con este título abordamos una custión difícil y compleja que se refiere a la participación del espectador no cinéfilo, pero que quiere incorporarse, a través de una mirada especial, a la obra cinematográfica con criterios más amplios e igual de profundos. El sábado 25 de abril de 2009 en el Bar Central, legendario bar de Punta Alta, se realizó el primer encuentro organizado por el Grupo del IV Diálogo (sin convicciones religiosas), Movimiento de los Focolares, con el fin de la proyección de un film, en este caso “Cinema Paradiso” del realizador italiano Giuseppe Tornatore. Película que realizó en 1988 y que ganó el Oscar a la mejor cinta extranjera. Y dijimos los siguiente: El verdadero fin de esta reunión fue, y seguirá siéndolo ya que va a continuar, promover el diálogo y la reflexión, utilizando el cine. En este libro podemos ver el afiche, elaborado por Leandro Digiácomo, también aludir a la muy valiosa ayuda de Fernando, responsable de los hechos y acciones culturales suscitados por el Bar, así como difundir este tipo de reuniones ya que en primer lugar nos gusta el cine y todo

lo que se relacione con este fenómeno, y en segundo lugar porque fuimos también generadores un poco de esta idea tan particular y valiosa no sólo para el cinéfilo sino también para aquel espectador que, sin conocimientos previos sobre lo cinematográfico, quiere tener un espacio, un recinto y alguien en quien depositar sus inquietudes, ideas, pensamientos y opiniones sobre las obras que se piensan exhibir. Dejo en claro lo siguiente sobre esto: no es un espacio para constituirse en un cine-club, en el cual se deben debatir temas relacionados con el cine, sus aspectos estéticos y técnicos, sus realizadores y sus creadores. La idea es abrir el diálogo sobre los contenidos que las obras portan y que son susceptibles de ser analizados, desmembrados, hacerlos más transparentes y aprovecharlos con fines de aportar elementos que ayuden a mejorarnos como hombres, sujetos sociales, y miembros de una comunidad. El intercambio de opiniones sobre una misma obra de arte, el disenso y la diversidad de puntos de vista, sin duda, nos enriquecen y nos ayudan a reencontrarnos con el goce estético, aspectos que conviven y conforman con cualquier producto del ser humano considerado un hecho artístico, y no precisamente una mera copia de la realidad o la naturaleza.

A esta conclusión, sobre este tipo de acontecimiento, donde el hombre es su generador y fin último, se llegó cuando, con mucha sapiencia y generosidad, se discutieron y se analizaron las razones por las cuales el cine era el mejor instrumento para conocernos a nosotros mismos y conocer el pensamiento y las concepción de los realizadores de los films a mostrar, que no son más que concepciones y modos de presentarnos historias ficticias o no, pero que no dejan de ser productos de la visión de otros hombres como nosotros con sus problemáticas individuales, sus complejas subjetividades y sus conflictivas, ricas o intensas relaciones con sus prójimos.

Acerca de si el arte -no sólo el cine-, la pintura, la música, el teatro o la literatura, etc., son o pueden ser instrumentos válidos, aptos o adecuados para la discusión acerca de los destinos, individuales o colectivos, de los hombres que transitan este tan complicado planeta, es una larga y dura polémica desde hace muchísimos años, en la cual estuvieron comprometidos ilustres hombres y grandes personalidades de las artes, de todas las artes. Y la palabra compromiso es la clave de toda esta cuestión, si nos atenemos a la concepción del arte como producto y a la vez generador de pensamientos y conductas de los hombres, ya sea en el plano consciente o inconsciente, en el racional o en el mero acto de un goce vital de la obra artística. Todo un planteo, de larga data y de innumerables opiniones, pero que nos debe poner en estado de alerta para poder realizar esta tarea, de utilizar el cine como instrumento de diálogo y reflexión, a fin de alcanzar esos extraordinarios objetivos propuestos.

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